jueves, 3 de mayo de 2012

El proyecto de descolonización epistémica conlleva una desconexión tanto de la teoría de derecha como de izquierda producida desde la experiencia social de la zona del ser que son ciegas hacia la experiencia social, cultural, de vida - existencia de la zona del no-ser.


Mientras la comprensión se da sobre todo en lo concreto, lo analógico, la intuición global y lo subjetivo, la explicación se desenvuelve principalmente en lo abstracto, lo lógico, lo analítico, lo objetivo; por lo tanto es requerimiento que exista una dialógica coherente entre estas esferas y para ello es requerimiento el análisis y las explicaciones holísticas, complejas. “Todo lo que depende de la comprensión también puede depender legítimamente de la explicación, a condición de que ésta no ahogue a la comprensión. Pues, mientras que la explicación introduce en todos los fenómenos las determinaciones, reglas, mecanismos, estructuras de organización, la comprensión nos restituye los seres, los individuos, los sujetos vivientes. […] Ahora bien, esta comprensión debería, podría abrirse a todos nuestros congéneres, a nuestros «hermanos humanos»; debería poder superar, no sólo la cara oscura de la subjetividad, que es desprecio y odio, sino también la cara gris de la objetividad, que es indiferencia; una y otra nos impiden comprender  […;] negar la comprensión a los demás, es negarles la subjetividad, y por ello mismo negar el derecho a la autonomía, a la existencia incluso” (Morin. 1987: 165).
Al estudiar una cultura distinta, ¿Cómo se puede tener una comprensión plena y seria de sus creencias, de su sabiduría, de sus conocimientos, si no confiamos ni en la cosmovisión que sustenta esos conocimientos y esa sabiduría, ni en los conocimientos y sabiduría que sustentan aquella cosmovisión? Por ende, la comprensión necesita también la explicación de la comprensión y la misma comprensión de la comprensión.
Lo que ha hecho la ciencia positiva contemporánea, basada en la razón aislada, y no en el intelecto puro, completo, si no es llanamente negar de lleno e injuriar al otro, es descalificar el problema mismo, al afirmar cómodamente que ella no opera en función de conocimientos que son ajenos a sus métodos, arguyendo que de ser así perdería su carácter científico (racionalizante-positivista). “La objetividad y la subjetividad del conocimiento no dependen de dos compartimientos distintos ni de dos fuentes diferentes, sino de un circuito único en el que van a distinguirse y después a oponerse eventualmente, nutriendo cada uno principalmente uno de los dos pensamientos. Este circuito único es un bucle generativo, que aquí hemos llamado Arkhe-Espíritu, donde se forma la representación y el lenguaje” (Id: 187).
La comprehensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo.
Dependiendo de las diferentes historias coloniales en diversas regiones del mundo, la jerarquía de superioridad/inferioridad sobre la línea de lo humano puede ser construida con categorías excluyentes diversas; el racismo puede marcarse por color, etnicidad, lengua, cultura o religión.
La descolonización epistémica implica desconectarse del eurocentrismo. El racismo epistémico es una jerarquía de dominación colonial donde los conocimientos producidos por los sujetos occidentales (imperiales y oprimidos) dentro de la “zona del ser”[1] son considerados de por sí como superiores a los conocimientos producidos por los sujetos coloniales no-occidentales en la zona del no-ser[2], que aquí realmente es la del ser profundo. “La pretensión es que el conocimiento producido por los sujetos pertenecientes a la zona del ser desde el punto de vista derechista del ‘Yo’ imperial o desde el punto de vista izquierdista del ‘Otro’ oprimido occidental dentro de la zona del ser, es automáticamente considerado universalmente válido para todos los contextos y situaciones del mundo […] Cuando  los sujetos coloniales que habitan la zona del no-ser adoptan de manera acrítica y exclusiva la teoría social producida desde la experiencia del “Otro” en la zona del ser sin tomar en serio la teoría crítica producida desde la experiencia del ‘No-ser Otro” en la zona del no-ser, se someten a una colonización mental subordinada a la izquierda occidentalizada” (Grosfoguel. 2011). El proyecto de descolonización epistémica conlleva una desconexión tanto de la teoría de derecha como de izquierda producida desde la experiencia social de la zona del ser que son ciegas hacia la experiencia social, cultural, de vida - existencia de la zona del no-ser.
La racionalidad occidental colonialista es “indolente, perezosa. Es una racionalidad que no se ejerce mucho, no tiene necesidad de ejercitarse bastante”; se requiere de “una crítica a la razón indolente, perezosa, que se considera única, exclusiva, y que no se ejercita lo suficiente como para poder mirar la riqueza inagotable del mundo […] el mundo tiene una diversidad epistemológica inagotable y nuestras categorías son muy reduccionistas” (De Sousa Santos. 2006). La razón indolente deriva en el desperdicio de la experiencia, de la experiencia humana, cultural, histórica y social, lleva a lo que los ayuujk llaman tuntïkëë’yïn, ‘trabajo perdido’.


[1] La del occidente u occidentalizados, dentro de la que se reconoce la humanidad a los que viven acorde a la colonialidad del poder.
[2] Donde viven aquellos sujetos situados por debajo de la línea de lo considerado humano (Fanon. 2010); a quienes se les niega la subjetividad y por ende la existencia, por más que el discurso político insista en una integración armónica, y no en una asimilación y negación de la existencia en cuanto seres con una visión del mundo, historia, pensamiento y forma de concebir y aprehender el cosmos y el conocimiento distintas a la hegemónica occidental.

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