miércoles, 2 de mayo de 2012

Descolonización del conocimiento y de los seres


Como parte de una batalla cultural en marcha, se busca desmontar esa visión eurocéntrica, lineal y mecanicista, constituida en tiempos de la “Modernidad Insustentable”. Ese sistema ideológico y esa concepción del conocimiento fundados solamente en la Razón y afirmados por la legitimidad ‘científica’ de las ciencias modernas, colonizaron al conjunto de las disciplinas que constituyen las tramas “formales” y académicas, y levantaron, en torno a la Racionalidad Instrumental, los dogmas y preceptos de toda especie, que favorecieron la hegemonía de un modelo de crecimiento económico y dominación geopolítica y cultural, que ha colocado al mundo al borde de la aniquilación.
La antropología, a pesar de que el colonialismo constituye uno de sus a priori históricos, hoy parece estar en vías de cerrar su ciclo Kármico, entonces es preciso aceptar que es hora de radicalizar el proceso de reconstitución de la disciplina llevándolo hasta su fin. La antropología está lista para aceptar íntegramente su nueva misión, la de ser la teoría-práctica de la descolonización permanente del pensamiento (Viveiros. 2010: 14).
De hecho, hay que reconocer que la antropología desde siempre se ha nutrido y constituido a partir de las teorías, ontologías y epistemologías indígenas, a las que a menudo, no ha reconocido como tales.
Es preciso extraer todas las consecuencias de la idea de que las sociedades y las culturas que constituyen el objeto de la investigación antropológica influyen, o para decirlo claramente coproducen, las teorías sobre la sociedad y la cultura formuladas a partir de esas investigaciones […] El objetivo […,] entonces, es ilustrar la tesis según la cual todas las teorías antropológicas no triviales son versiones de las prácticas de conocimiento indígenas: así, esas teorías se ubican en una estricta continuidad estructural con las pragmáticas intelectuales de los colectivos que históricamente se encuentran  en ‘posición de objeto’ con respecto a la disciplina (Ibid: 15, 17).
Se trata no solamente de abordar un problema, comprenderlo, explicar realidades, procesos culturales y tender puentes entre los pueblos; el sentido va también encaminado también hacia la constitución de una Antropología y disciplinas propias mesoamericanas, diversas como Mesoamérica, pero unidas por preceptos, concepciones e historia comunes.
Por supuesto, yo puedo aportar no más que un grano de maíz a esta gran tarea en mi condición de mestizo; pero como mesoamericano, como anahuaca, me uno entonces a esa magna y necesaria obra -que ya se realiza por grandes pensadores indígenas y mestizos- que es la descolonización del conocimiento y la constitución de disciplinas del conocimiento que se fundamenten cada vez más en el Pensar, en el Sentir, en el Ser de los Pueblos, en cuanto herederos de una tradición civilizatoria única y maravillosa[1].
“Sin cesar, se anudan, desanudan y vuelven a anudar, en el curso de las aventuras del conocimiento humano, para su felicidad y para su infelicidad, intensos complejos existenciales, que comprometen a todo el ser y ello no sólo alrededor de los mitos y creencias religiosas, sino también alrededor de cualquier adhesión a la verdad, incluida la científica” (Morin. 2001: 147).


[1] No niego la herencia y peso de la tradición occidental –que permea todo-, pero de cualquier manera aquella está y estará presente; es parte inseparable ya, y es parte de todo aquello que ha sido impuesto, generalmente por violencia, al mundo entero; empero, lo que se pretende, justo, es la descolonización del pensamiento, del conocimiento, del ser profundo, y como algunos dicen, del “imaginario”. México como país actual tiene todo el potencial, pues a diferencia de tantos pueblos conquistados y sojuzgados posee el legado vivo de 400 pueblos pertenecientesa una Civilización Originaria, colmada de sabiduría, conocimientos y única en la historia de la humanidad.

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